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Vuelva usted mañana

Actividad de lectura

Vamos a realizar una lectura atenta del texto que aparece a continuación para poder responder después a una serie de cuestiones:

  1. ¿Cuál es el tema del texto? Realiza un breve resumen del mismo.
  2. ¿Qué critica Larra?
  3. Analiza la estructura externa.
  4. Analiza la estructura interna, para ello ten en cuenta que se trata de un texto argumentativo.
    • ¿Cuál es la tesis y dónde aparece?
    • ¿Qué tipo de argumento o argumentos se emplean? ¿En qué parte del texto se encuentran? Razona la respuest
    • ¿Qué tipo de estructura argumentativa se emplea?  Razona la respuesta.
  5. Crees que esta problemática se sigue dando en la actualidad? Razona tu respuesta.

Texto

Gran persona debió de ser el primero que llamó pecado mortal a la pereza; nosotros, que ya en uno de nuestros artículos anteriores estuvimos más serios de lo que nunca nos habíamos propuesto, no entraremos ahora en largas y profundas investigaciones acerca de la historia de este pecado, por más que conozcamos que hay pecados que pican en historia, y que la historia de los pecados sería un tanto cuanto divertida. Convengamos solamente en que esta institución ha cerrado y cerrará las puertas del cielo a más de un cristiano. [...]

 

Un extranjero de estos fue el que se presentó en mi casa, provisto de competentes cartas de recomendación para mi persona. Asuntos intrincados de familia, reclamaciones futuras, y aun proyectos vastos concebidos en París de invertir aquí sus cuantiosos caudales en tal cual especulación industrial o mercantil, eran los motivos que a nuestra patria le conducían.

Acostumbrado a la actividad en que viven nuestros vecinos, me aseguró formalmente que pensaba permanecer aquí muy poco tiempo, sobre todo si no encontraba pronto objeto seguro en que invertir su capital. Pareciome el extranjero digno de alguna consideración, trabé presto amistad con él, y lleno de lástima traté de persuadirle a que se volviese a su casa cuanto antes, siempre que seriamente trajese otro fin que no fuese el de pasearse. Admirole la proposición, y fue preciso explicarme más claro.

-Mirad -le dije-, monsieur Sans-délai -que así se llamaba-; vos venís decidido a pasar quince días, y a solventar en ellos vuestros asuntos.

-Ciertamente -me contestó-. Quince días, y es mucho. Mañana por la mañana buscamos un genealogista para mis asuntos de familia; por la tarde revuelve sus libros, busca mis ascendientes, y por la noche ya sé quién soy. En cuanto a mis reclamaciones, pasado mañana las presento fundadas en los datos que aquél me dé, legalizadas en debida forma; y como será una cosa clara y de justicia innegable (pues sólo en este caso haré valer mis derechos), al tercer día se juzga el caso y soy dueño de lo mío. En cuanto a mis especulaciones, en que pienso invertir mis caudales, al cuarto día ya habré presentado mis proposiciones. Serán buenas o malas, y admitidas o desechadas en el acto, y son cinco días; en el sexto, séptimo y octavo, veo lo que hay que ver en Madrid; descanso el noveno; el décimo tomo mi asiento en la diligencia, si no me conviene estar más tiempo aquí, y me vuelvo a mi casa; aún me sobran de los quince cinco días.

Al llegar aquí monsieur Sans-délai traté de reprimir una carcajada que me andaba retozando ya hacía rato en el cuerpo, y si mi educación logró sofocar mi inoportuna jovialidad, no fue bastante a impedir que se asomase a mis labios una suave sonrisa de asombro y de lástima que sus planes ejecutivos me sacaban al rostro mal de mi grado.

-Permitidme, monsieur Sans-délai -le dije entre socarrón y formal-, permitidme que os convide a comer para el día en que llevéis quince meses de estancia en Madrid.

-¿Cómo?

-Dentro de quince meses estáis aquí todavía.

-¿Os burláis?

-No por cierto.

-¿No me podré marchar cuando quiera? ¡Cierto que la idea es graciosa!

-Sabed que no estáis en vuestro país activo y trabajador.

-¡Oh!, los españoles que han viajado por el extranjero han adquirido la costumbre de hablar mal siempre de su país por hacerse superiores a sus compatriotas.

-Os aseguro que en los quince días con que contáis, no habréis podido hablar siquiera a una sola de las personas cuya cooperación necesitáis.

-¡Hipérboles! Yo les comunicaré a todos mi actividad.

-Todos os comunicarán su inercia.

Conocí que no estaba el señor de Sans-délai muy dispuesto a dejarse convencer sino por la experiencia, y callé por entonces, bien seguro de que no tardarían mucho los hechos en hablar por mí.

Amaneció el día siguiente, y salimos entrambos a buscar un genealogista, lo cual sólo se pudo hacer preguntando de amigo en amigo y de conocido en conocido: encontrámosle por fin, y el buen señor, aturdido de ver nuestra precipitación, declaró francamente que necesitaba tomarse algún tiempo; instósele, y por mucho favor nos dijo definitivamente que nos diéramos una vuelta por allí dentro de unos días. Sonreíme y marchámonos. Pasaron tres días; fuimos.

-Vuelva usted mañana -nos respondió la criada-, porque el señor no se ha levantado todavía.

-Vuelva usted mañana -nos dijo al siguiente día-, porque el amo acaba de salir.

-Vuelva usted mañana -nos respondió al otro-, porque el amo está durmiendo la siesta.

-Vuelva usted mañana -nos respondió el lunes siguiente-, porque hoy ha ido a los toros.

-¿Qué día, a qué hora se ve a un español? Vímosle por fin, y «Vuelva usted mañana -nos dijo-, porque se me ha olvidado. Vuelva usted mañana, porque no está en limpio».

A los quince días ya estuvo; pero mi amigo le había pedido una noticia del apellido Díez, y él había entendido Díaz, y la noticia no servía. Esperando nuevas pruebas, nada dije a mi amigo, desesperado ya de dar jamás con sus abuelos.

Es claro que faltando este principio no tuvieron lugar las reclamaciones.

Para las proposiciones que acerca de varios establecimientos y empresas utilísimas pensaba hacer, había sido preciso buscar un traductor; por los mismos pasos que el genealogista nos hizo pasar el traductor; de mañana en mañana nos llevó hasta el fin del mes. Averiguamos que necesitaba dinero diariamente para comer, con la mayor urgencia; sin embargo, nunca encontraba momento oportuno para trabajar. El escribiente hizo después otro tanto con las copias, sobre llenarlas de mentiras, porque un escribiente que sepa escribir no le hay en este país.

No paró aquí; un sastre tardó veinte días en hacerle un frac, que le había mandado llevarle en veinticuatro horas; el zapatero le obligó con su tardanza a comprar botas hechas; la planchadora necesitó quince días para plancharle una camisola; y el sombrerero a quien le había enviado su sombrero a variar el ala, le tuvo dos días con la cabeza al aire y sin salir de casa.

Sus conocidos y amigos no le asistían a una sola cita, ni avisaban cuando faltaban, ni respondían a sus esquelas. ¡Qué formalidad y qué exactitud!

-¿Qué os parece de esta tierra, monsieur Sans-délai? -le dije al llegar a estas pruebas.

-Me parece que son hombres singulares...

-Pues así son todos. No comerán por no llevar la comida a la boca. [...]

 

¿Tendrá razón, perezoso lector (si es que has llegado ya a esto que estoy escribiendo), tendrá razón el buen monsieur Sans-délai en hablar mal de nosotros y de nuestra pereza? ¿Será cosa de que vuelva el día de mañana con gusto a visitar nuestros hogares? Dejemos esta cuestión para mañana, porque ya estarás cansado de leer hoy: si mañana u otro día no tienes, como sueles, pereza de volver a la librería, pereza de sacar tu bolsillo, y pereza de abrir los ojos para hojear las hojas que tengo que darte todavía, te contaré cómo a mí mismo, que todo esto veo y conozco y callo mucho más, me ha sucedido muchas veces, llevado de esta influencia, hija del clima y de otras causas, perder de pereza más de una conquista amorosa; abandonar más de una pretensión empezada, y las esperanzas de más de un empleo, que me hubiera sido acaso, con más actividad, poco menos que asequible; renunciar, en fin, por pereza de hacer una visita justa o necesaria, a relaciones sociales que hubieran podido valerme de mucho en el transcurso de mi vida; te confesaré que no hay negocio que no pueda hacer hoy que no deje para mañana; te referiré que me levanto a las once, y duermo siesta; que paso haciendo el quinto pie de la mesa de un café, hablando o roncando, como buen español, las siete y las ocho horas seguidas; te añadiré que cuando cierran el café, me arrastro lentamente a mi tertulia diaria (porque de pereza no tengo más que una), y un cigarrito tras otro me alcanzan clavado en un sitial, y bostezando sin cesar, las doce o la una de la madrugada; que muchas noches no ceno de pereza, y de pereza no me acuesto; en fin, lector de mi alma, te declararé que de tantas veces como estuve en esta vida desesperado, ninguna me ahorqué y siempre fue de pereza. Y concluyo por hoy confesándote que ha más de tres meses que tengo, como la primera entre mis apuntaciones, el título de este artículo, que llamé «Vuelva usted mañana»; que todas las noches y muchas tardes he querido durante ese tiempo escribir algo en él, y todas las noches apagaba mi luz diciéndome a mí mismo con la más pueril credulidad en mis propias resoluciones: «¡Eh!, ¡mañana le escribiré!». Da gracias a que llegó por fin este mañana que no es del todo malo: pero ¡ay de aquel mañana que no ha de llegar jamás!

Reflexión

Ahora vamos a ponernos a prueba construyendo un texto argumentativo sobre algún tema de actualidad utilizando, si queremos, la estrategia de Larra.

Evaluación

La tarea se evaluará según la siguiente rúbrica de expresión escrita.La evaluación del comentario de texto se realizará con ayuda de esta rúbrica de expresión escrita. Podemos descargarla en archivo editable o en formato PDF.

rúbrica

Ejemplo de comentario críticos de una alumna de 4ºESO

LA EDUCACIÓN 

Actualmente muchos colegios del mundo han cambiado su forma de ver la Educación, pero aún siguen existiendo docentes y centros en los que la forma de educar sigue siendo igual que décadas atrás y siguen tratando a todos los estudiantes igual, pero ¿somos todos los alumnos y alumnas iguales? ¿Debemos aprender todos de la misma manera?

Con el paso del tiempo muchas cosas han evolucionado: los móviles, las televisiones, los coches, los comercios, incluso las ciudades han sido modificadas con el paso del tiempo para adaptarse a nuevas realidades o necesidades. Sin embargo, si nos paramos a pensar en el sistema educativo ¿qué es lo que verdaderamente ha cambiado?

Al pensar en un aula de otra época, me imagino a varios alumnos sentados en pupitres a los que se les enseñaba totalmente igual a cada uno de ellos, incluso se les castigaba si no cumplían los requisitos básicos que los profesores habían establecido; pero, en la actualidad, si nos imaginamos un aula, veremos que son exactamente iguales a esas de pasado; también hay centros en los que dar tu opinión sobre un tema puede derivar en un castigo, y, lo peor de todo, a todos se les enseña totalmente igual.

Cualquier médico puede demostrar que no hay dos cerebros iguales, por lo que tampoco hay dos niños iguales, y cualquier madre, padre o abuela de más de un niño te lo puede volver a confirmar, pero sabiendo esto ¿por qué todos los alumnos tienen que alcanzar los mismos requisitos? ¿por qué todos tienen que ser buenos en Matemáticas y en Lengua? Al ver la manera de educar en muchas partes del mundo me pregunto si de verdad nos preparan para el futuro o solo nos preparan para ser máquinas totalmente iguales, a las que se les deben de dar bien las mismas cosas y que deben de pensar igual. ¿Qué sería del mundo si todos fuéramos iguales? Si a todos se nos dieran bien las matemáticas, no habría ni un solo escritor/a; y, si a todos se nos diera bien escribir, no habría ni un solo científico/a…

También se juzga a los alumnos por no ser buenos en una o varias materias sin percatarse de aquellas que se le dan bien por el simple hecho de que estas no son consideradas materias que sirvan para el futuro o porque simplemente no se fijan en que se les da bien algo. Una vez escuché una frase que me hizo pensar: “Si se le juzga a un pez por no poder trepar a un árbol, él va a pasar toda su vida pensando que es inútil” Albert Einstein.

Para concluir, creo que la sociedad debería darse cuenta de que la educación es el arma más potente que tenemos para cambiar la sociedad, pero, si esta no evoluciona y se sigue pensando que todos somos iguales, la sociedad tampoco cambiará y muchos talentos se perderán sin ser descubiertos por nadie.

¿Qué piensas tú? ¿Crees que deberíamos adoptar un nuevo sistema educativo como se está empezando a hacer en muchas partes del mundo?